El ejemplo de Jesús
"Pues para esto fuisteis llamados;
porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.
1 Pedro 2:21
Necesitamos repasar el trasfondo histórico de la carta de Pedro. El cristianismo todavía era una religión ilegal en el imperio, y era sabido que el neurótico emperador Nerón le era hostil. Había estallidos esporádicos de persecución. Pedro está especialmente preocupado por los cristianos esclavos en las casas de los no cristianos. Deben sufrir con paciencia la injusticia, les dice. ¿Por qué? Porque es parte del llamado del cristiano. ¿Por qué? Porque Jesús, aunque sin pecado, sufrió por nosotros pero no tomó venganza, con lo cual nos dejó un ejemplo, para que sigamos sus pisadas. La palabra griega que aquí se utiliza al hablar de "ejemplo" es única en el Nuevo Testamento. Denota el cuaderno de un maestro, en el que los niños trazan letras mientras aprenden a escribir. Pedro está urgiéndonos a copiar el ejemplo de Jesús y a seguir en sus pisadas. Esta es una exhortación conmovedora de la pluma de Pedro, ya que él había alardeado que seguiría a Jesús a la cárcel y a la muerte, cuando en realidad al llegar la hora lo siguió solamente a la distancia. Cuando fue nuevamente comisionado por Jesús, Pedro decidió seguir el camino de la cruz y soportar con paciencia el sufrimiento injusto. Pero se nos plantea una pregunta. Si nuestro deber es someternos al sufrimiento, aun injusto, ¿dónde queda la justicia? ¿Debemos permitir que los malvados nos pisoteen y de esa manera alentar que florezca el mal? No. En la primera carta de Pedro 2:23 responde a nuestra pregunta. Nos dice que Jesús no tomó venganza "sino que encomendaba la causa al que juzga justamente". En otras palabras, la razón por la que somos llamados a renunciar a la venganza no es que se le permita triunfar al mal sino porque no es nuestra responsabilidad castigar. Esa es responsabilidad del Juez justo quien obra justicia ahora desde las cortes judiciales y lo hará finamente en el día del juicio. El amor y la justicia no son incompatibles: se complementan el uno al otro, como podemos ver en el ejemplo de Jesús.